El marido de la peluquera

Ella se ha vestido de negro,
negro viudo,
flor en el pelo.
Ella ha visto pasar la vida como
los círculos concéntricos formando ondas
en un vaso de agua,
así, despacio, muy despacio.

Las ondas. No tiene tacones: zapatos planos.

Ella ha salido del barrio
pensando ya en la vuelta,
pensando en sus estudios que dejó
en el instituto, en la FP.

Mamá, yo quiero ser peluquera.

Algún día, hija,
tendrás una casa y un marido,
tres hermosos hijos bien vestidos
y labores que hacer.
Algún día, hija,
no irás a buscar la vida en el mercado,
en el puesto de los lunes, en la parada del bus.

Debes ser paciente ante la búsqueda,
en el camino.

Algún día, hija, tendrás una casa
y un marido.
Y labores, muchas labores que hacer.



(Provocatio)

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